Lo que llevamos encima
He cogido el bolso más grande que tengo y he metido todo dentro. El portátil, mi journal y el libro que estoy leyendo. Cartera, llaves y auriculares (los básicos de siempre). Y he salido de casa.
Venir a escribir a una cafetería es una experiencia extraña. Cada uno está a lo suyo y yo les observo desde lejos. Estoy acostumbrada a escribir en casa pero, desde hace un tiempo, me cuesta.
Saco algunas de mis cosas mientras espero el café y anoto algunas ideas.
Mi bolso cada vez es más grande. Yo que, de pequeña, siempre me quejaba de lo grande y lo pesado que era el bolso de mi madre. Me daba mucha curiosidad averiguar qué había ahí dentro. Cuando me hacía buscar algo, siempre acababa dándoselo de vuelta para que lo hiciera ella. No es que yo no lo intentara, es que cada uno se entiende en su caos y con sus cosas.
Ahora nos hemos cambiado los papeles y muchas veces es al revés. Ella: móvil, cartera y llaves y yo: el saco más grande con un poco de todo y nada en concreto.
Supongo que lo que llevamos encima a diario nos describe de alguna manera.
Papeles, una cartera grande, una agenda, bolis y un pequeño neceser. Una puerta a su intimidad. Imagino que es lo mismo que sienten mis sobrinos ahora al ver mis bolsos o mi mochila. Siempre, siempre, siempre, los abren y miran con curiosidad cada cosa, sacándolas una a una con cuidado, preguntándome por cada una de ellas. Queriendo saber si hay alguna historia detrás, algún uso que desconocen o quién me las regaló.
Curiosidad infantil supongo. Aunque algunos de nosotros insistimos en mantenerla (aunque sea un poquito) en la edad adulta.
Esa ternura de querer conocer los objetos de los demás para construir nuestro mapa mental sobre la persona. Qué le gusta, qué valor da a los objetos, por qué lleva esto y no lo otro. Un ticket doblado, una foto de carnet, una entrada al cine y un clip olvidado. Chicles, crema de cacao y un boli que hace meses que no funciona. El llavero roto, el paracetamol, unos pañuelos y algunas monedas en el fondo que jamás recuerdas tener.
¿No os pasa que al vaciar vuestro bolso siempre encontráis algo que habíais olvidado? Un recordatorio de algo que fuimos, un lugar que visitamos, otra versión de nosotros.
Quizá es eso, un objeto que es un pequeño refugio. Un archivo de lo que ahora somos y que pesa por lo que lleva, pero más por lo que significa.



Qué bonito!
Me encantó